Hace unos 4.500 millones de años, la Tierra chocó contra un objeto celeste, posiblemente otro planeta de menor tamaño, al que se le ha dado el nombre de Theia.
A partir de los escombros que se produjeron durante ese choque brutal se formó la Luna. Esta hipótesis, conocida como la Teoría del Gran Impacto, es la más aceptada entre los científicos para explicar el origen de nuestro satélite. Sin embargo, hasta ahora no tenían pruebas para demostrarlo.
Pero ahora, un análisis de meteoritos lunares realizado por científicos de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich demostró que la Luna heredó gases nobles autóctonos del manto terrestre, informa RT.
LA PRUEBA EN SEIS METEORITOS
Tras analizar con un espectrómetro las partículas de vidrio de basalto contenido en seis meteoritos lunares recolectados por la NASA en la Antártida, los expertos descubrieron firmas isotópicas de helio y neón muy similares a los hallados en depósitos de material fundido en las profundidades de la Tierra conocidos como plumas de manto.
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